En los últimos años, los fenómenos por el cambio climático se han manifestado más intensamente. El campo ha sufrido sequias extremas y duraderas, temporada de lluvias atípicas, inundaciones por tormentas y huracanes, olas extremas de calor, aumento del nivel del mar y fuertes ráfagas de viento. Todo esto ha ocasionado que plantas nativas desaparezcan, que animales y plagas se desplacen a nuevos hábitats en busca de alimento. Las especies nativas corren riesgo cada vez mayor a medida que la temperatura media global aumenta. Los principales afectados han sido los productores agrícolas, ya que han perdido sus cosechas por los siniestros naturales y por las intensas olas de calor que causan estragos irreparables en la fisiología de la planta, por ejemplo, aborto de flor en cultivo de pimiento morrón y achaparramiento y floración temprana en cultivo de lechuga. Aunado a esto, las plantas también pueden ser afectadas anatómicamente por los intensos rayos solares que pegan directamente en los frutos, por ejemplo, quemaduras de sol en cultivos de chile y tomate.